Ponencia presentada el 15 de septiembre de 2014 en el acto
conmemorativo de los 50 años en el magisterio de la profesora emérita Celsa
Albert Batista y la puesta en circulación del libro en la ciudad de La Romana.
Pretendía hacer una reseña de la obra[1], pero mientras releía el texto de la contraportada concluí que no
puede haber mejor reseña que la que allí se bosqueja.
Desde hace varios años la Mtra. Celsa viene realizando una encomiable
labor intelectual dirigida a destacar el componente africano de nuestra
identidad, tradicionalmente ignorado y/o ocultado por la historia oficial en
base a prejuicios y estereotipos establecidos por la colonización española
desconociendo la unicidad de la raza humana. Percibo este libro como un momento
cumbre de ese esfuerzo, porque recoge un estudio global del proceso histórico-cultural
que dio lugar a la conformación del pueblo dominicano, desde la interesante
perspectiva de sus raíces étnicas.
La obra aborda en un exquisito y didáctico estilo las ideas, el
proceso, la herencia y la estrategia educativa para conocer con rigor la
diversidad e identidad cultural de los dominicanos.
Estamos ante un libro sencillo y ligero de lectura, que nos introduce a
la visión científica de nuestra historia cultural y, específicamente, al ámbito
de la diversidad étnica y cultural que conformó la identidad actual (individual
y nacional) del dominicano, a través de un proceso continuo de hibridación
[fusión biológica], mestizaje [cruzamiento y mezcla] y sincretismo [expresión
en uno nuevo] de varios siglos, en el que la cultura indígena, la blanca del
occidente europeo y la negra del África subsahariana[2]
fueron sus matrices fundamentales, pero que también tiene elementos culturales
de origen asiático (judíos, árabes, japoneses y chinos), siendo algunos de
estos los más antiguos de todos, si tomamos en cuenta que nuestra población
aborigen era, esencialmente, de origen asiático. La obra hace énfasis en el
aporte de la cultura negra a ésa identidad.
El alto contenido pedagógico de los capítulos III y IV del libro
evidencia el éxito de los objetivos específicos de la autora. Al respecto
destaco lo siguiente: los elementos culturales de origen asiático se expresan
de manera principalísima en nuestra producción agrícola y en nuestros hábitos
de consumo: la caña de azúcar, el arroz, los plátanos, el coco, el mango, las
naranjas son elementos consustanciales del ser dominicano. Tal vez por otros
autores, para algunos de esos productos, ya nos habíamos enterado de sus
orígenes. Pero la novedad es que la Mtra. Celsa nos remite a cómo la tradición
de producir y consumir esos productos entre nosotros está asociada a nuestra
historia pre-colonial o colonial o contemporánea y en particular al período de
la esclavitud en la isla. Más aún, es novedosa su reflexión sobre la necesidad de
transitar por la diacronía para llegar a la sincronía cultural que se pone de
manifiesto en el proceso de creatividad, recreación y sincretismo cultural de
la población dominicana. Al efecto, en el capítulo V de la obra la Mtra. hace
un llamado fervoroso a que se atienda la necesidad de integrar el estudio de la
diversidad cultural del país en el proceso cotidiano de enseñanza-aprendizaje
en las aulas sustentándose en los programas, la estructura curricular y en los
preceptos teórico-metodológicos vigentes en el Sistema Educativo Dominicano en
los actuales momentos, específicamente basándose en el eje transversal Cultura
Dominicana. Identidad y Diversidad. Puesto que los problemas de
desconocimiento de los contenidos de la realidad histórico-cultural del país
han estropeado la objetividad con que los docentes trabajan el curriculum,
también destaca la Mtra. la urgencia de que se atienda a un plan de formación,
capacitación y actualización de los maestros del país, así como el
acompañamiento a estos en el proceso de aprendizaje.
La autora parte del principio de que la cultura es la fuente
fundamental de la identidad de un pueblo y pone en claro en su estudio algo que
todos los presentes debemos asimilar y destacar: que el proceso histórico que
condujo al predominio del mulato en el país no fue tanto racial, como pretenden
reducirlo los historiadores hispanistas y acostumbran explicarlo los autores
poco advertidos, sino que fue un proceso global que abarcó la totalidad de las
manifestaciones culturales. Que primero debemos hablar de diversidad
étnico-cultural y solo luego de identidad.
Como señala el Dr. Nfubea en su prólogo, la cuestión de la identidad
“ha sido siempre un problema para el dominicano ya que esta realidad
problemática tiene sus raíces en la colonización” (p. 18). Al respecto, el libro
hace hincapié en señalar los factores socioculturales (institucionales e
individuales) que han generado de manera continua conflictos de identidad entre
la población de nuestro territorio desde inicios del siglo XVIII. Es esta una
parte nodal del estudio donde la autora se refiere a la “esclavitud psicológica
o mentalidad social que produce el conflicto de no asumir la identidad real de
ser y pertenecer” vigente en cierto modo aún, en la sociedad dominicana.
Y es que la presencia sostenida del racismo en diversos ámbitos de la
sociedad complejiza las dificultades objetivas con que los dominicanos nos
enfrentamos a nuestra propia identidad. Y más cuando lo hacemos desde la óptica
del uso inapropiado de la noción de otredad, la errada creencia de que ser
dominicano es sinónimo de ser antihaitiano. Al respecto el Dr. Dilla Alfonso comenta:
“Aún hoy campean en la prensa dominicana, de la mano de voceros de un llamado
“nacionalismo” que define a la “dominicanidad” como algo opuesto e
irreconciliable respecto a Haití, aunque al hacerlo castran la riqueza cultural
de la sociedad dominicana y nos transmiten una caricatura “blanca”, “hispánica”
y “católica” de una de las sociedades más mestizas, desde todos los ángulos,
que existen en el hemisferio”[3]
En los hechos los afrodescendientes, entonces identificados como negros
y mulatos, pasaron tempranamente a ser actores sociales y culturales de primer
orden por su papel protagónico en momentos y acontecimientos estelares del
proceso histórico de construcción de la nación dominicana; gran parte de esos acontecimientos
lo destaca la autora en su libro. Me parece importante, a los eventos históricos señalados por la
Mtra. Celsa como de significación ineludible para la comprensión del fenómeno
histórico-cultural dominicano, agregar los siguientes:
-La asimilación y preservación
de las técnicas agrícolas indígenas por parte de los esclavos africanos durante
la primera mitad del siglo XVI[4];
-Siguiendo la tendencia que se
hizo predominante en la segunda parte del siglo XVII, durante el siglo XVIII la
población mulata es netamente mayoritaria en la parte dominicana de la isla
debido al proceso de mestizaje, alcanzando para el año 1800 un 70% de mulatos,
un 19% de negros y apenas un 11% de blancos[5].
No
es por casualidad que el 70% de los dominicanos del presente tiene genes de
origen africano[6];
-De la población esclava
empleada en la actividad ganadera, surge la gran masa de la clase campesina
criolla que alcanza relevancia social y económica al final del siglo XVIII[7];
-La emigración sistemática de población pobre de Haití hacia suelo
dominicano a todo lo largo del siglo XX.
Sin embargo, el sesgo racista en nuestra historiografía, junto a sueños
de dictadores y patriotas de hojalata, han llevado a la sociedad dominicana a
invisibilizar esa realidad de nuestra historia.
Respecto al proceso de diversidad, hay que señalar que, conforme a la
arqueología moderna, un mosaico multicultural de similar complejidad al que se
desarrolló desde finales del siglo XV había ocurrido ya en la isla varios
siglos atrás previo a la llegada de los europeos, dando lugar a la matriz
cultural indígena que conocemos como cultura taína[8].
En conclusión, con esta obra la autora logra de forma magistral dos
objetivos de gran relevancia y actualidad:
1-Abordar la transformación histórica de la República Dominicana, la
construcción de la cultura y la identidad a través del estudio de la
diversidad, y
2-Presentar una propuesta pedagógica factible de ser aplicada al
proceso de enseñanza-aprendizaje en el área de las ciencias sociales, incluso en
la capacitación, actualización y formación de maestros y facilitadores.
Hoy que celebramos el 50 Aniversario de labor educativa ininterrumpida
de nuestra apreciada Mtra. Celsa, cuán orgulloso me siento de haber cursado mis
años de educación básica bajo su orientación y cariño en el Colegio Nuestra
Señora de La Altagracia aquí en La Romana, y por ello aclamo a viva voz ¡Celsa
Albert es una auténtica Maestra, Maestra de verdad, larga vida para ella!
Muchas gracias.
Notas y Referencias:
[1] Albert Batista, Celsa (2014). Diversidad e Identidad en República
Dominicana. Santo Domingo, R. D.: Editora Nacional, pp. 140.
[2] El término África subsahariana refiere a aquellas partes del continente
africano habitadas mayoritariamente por personas negras, que comprenden aproximadamente
el 85 por ciento de su superficie total. También hace referencia a los países
de ese continente que no limitan con el mar Mediterráneo. Se ha demostrado que
África negra es, principalmente la zona oriental, la cuna de la especie humana,
desde donde se inició el poblamiento de la Tierra. Nueve millones de africanos
llegaron a América en calidad de esclavos entre 1492 y 1800.
[3] Dilla Alfonso, Haroldo (2008). Los usos del “otro”: las relaciones de
República Dominicana con Haití, Estudios Latinoamericanos, nueva época,
núm. 22, julio-diciembre, pp. 171-181. [en línea], disponible en:
http://www.journals.unam.mx/index.php/rel/article/view/20288 [2014, 14 de septiembre].
[4] Serna Moreno, Jesús María (2010). República Dominicana. Identidad y herencias
etnoculturales indígenas, Archivo General de la Nación, Vol. CVIII. R. D.;
Editora Alfa & Omega, pp. 95-108.
[5] Cassá, Roberto (2001). Historia social y económica de la República Dominicana, Tomo I,
Santo Domingo, R. D.: Editora Alfa y Omega, p. 89.
[6] Estudio de la Universidad de Puerto Rico y la Universidad Central del
Este dado a conocer en 2010.
[7] González, Raymundo (2011). De esclavos a campesinos. Vida rural en
Santo Domingo colonial, Archivo General de la Nación, Vol.
CXLVIII R. D.; Editora Búho, S. R. L., pp. 186.
[8] Ulloa
Hung, Jorge (2012). La cultura taina y las bases de lo caribeño en Tesoros del arte taíno. Centro Cultural
Eduardo León Jiménez, Generalitat Valenciana and IVAM Centre Julio González, . pp. 13-47.