Francisco del Rosario Sánchez es un personaje histórico de
gran trascendencia en la formación nacional dominicana.
Nacido en la ciudad intramuros de Santo Domingo el 9 de
marzo de 1817 era de origen humilde y rasgos marcadamente mulatos; sus padres Narciso
Sánchez y Olaya del Rosario poseían ascendientes esclavos no muy lejanos, pero Narciso
durante muchos años trabajó como administrador de hatos en el este, y juntos alcanzaron
cierto nivel de ascenso social. Aunque Francisco nació fuera de matrimonio, su
apellido definitivo fue el del padre, y empleaba un sustantivo similar al
apellido de la madre como un segundo nombre.
El esfuerzo
propio, la ubicación urbana y el trato familiar con sectores propietarios al
parecer contribuyeron a que Francisco del Rosario pudiera acceder a un nivel
educativo fuera de serie para sus orígenes. Realizó estudios particulares de
inglés, filosofía y latín con Mr. Groot, el sacerdote Gaspar Hernández y Nicolás
Lugo, respectivamente, ya que para la época en el país no existían centros de
educación superior. Como era tradición, aprendió a tocar instrumentos musicales.
Formó parte
del grupo de jóvenes dominicanos de vocación liberal que desde 1838 concibió el
proyecto de una república democrática, libre e independiente y bajo el
liderazgo de Juan Pablo Duarte puso en marcha las labores para alcanzarla con
la fundación de la sociedad patriótica La Trinitaria. Sánchez se convirtió en
uno de los más destacados adeptos de la organización revolucionaria.
Cuando la persecución haitiana obligó a Duarte a abandonar
el país en 1843, Sánchez quedó al frente de los trabajos conspirativos del
movimiento trinitario y ejecutó la célebre acción de fingir y hacer correr el
rumor de que había fallecido para poder actuar con menos dificultades.
Fue figura clave en los acuerdos y preparativos finales de
la proclamación de la República Dominicana el 27 de febrero de 1844, incluyendo
la redacción del Manifiesto de Separación del 16 de Enero junto a Tomás
Bobadilla; enarboló por primera vez la bandera nacional en el Baluarte del
Conde y también fue un miembro destacado de la Junta Central Gubernativa que
quedó al frente de la naciente república.
Pocos meses después de proclamada la independencia, cuando sectores conservadores representados
por Pedro Santana se alzaron con el poder del gobierno provisional colegiado,
fue abusivamente declarado traidor a la
patria y desterrado del país junto a varios de sus compañeros de lucha.
Regresa al país el 8 de noviembre de 1848 y se integra activamente a la vida partidista del
país llegando a ocupar importantes puestos en la estructura político-militar
durante los gobiernos de Manuel Jiménez, Pedro Santana, Manuel de Regla Mota y
Buenaventura Báez.
Fue designado por el presidente Jiménez Comandante
de Armas de Santo Domingo. Versiones afirman que en esas funciones tuvo participación en la
Batalla de Las Carreras del 21 de abril de 1849. Posteriormente incursionó en
el campo del derecho pragmático desempeñándose por más de un año como Fiscal ante
el Tribunal de Apelación y a partir de 1851 como Defensor público participando
en numerosos casos. El 23 de junio de 1849 Francisco
Sánchez en su calidad de general fue nombrado por Pedro Santana Fiscal del
Tribunal en un juicio militar contra el general Antonio Duvergé y otros
oficiales, proceso que se extendió varios meses y los inculpados fueron
absueltos.
Desterrado nuevamente por Santana en
abril de 1855, regresó al país en agosto de 1856 y ostentando el cargo de
Comandante de Armas de Santo Domingo tuvo una activa participación del lado del
sector gubernamental en la primera
guerra civil que enfrentó un gobierno dominicano, la llamada Revolución de
julio de 1857 o Revolución del Cibao que encabezó José Desiderio Valverde contra
el 2do gobierno de Báez, y donde los bandos o partidos políticos comenzaron el
uso de los colores rojo y azul como distintivos; finalmente el 12 de junio de
1858 Báez fue desplazado del poder después de aproximadamente un año de sitio a
la ciudad capital, operativo que fue dirigido por Pedro Santana actuando en
alianza con los revolucionarios cibaeños.
Cuando en julio de 1858 Santana
desconoció el gobierno de Valverde quedándose con el poder, contó con el
respaldo público de Francisco del R. Sánchez.
Desde que en 1860 se dio a conocer que la monarca española
había accedido a entablar una negociación con el gobierno de Pedro Santana para
la firma de un acuerdo de protectorado o anexión de la República Dominicana a
España, creció con rapidez el descontento y el deterioro social que
subyacía entre la población. Se puso en marcha
en el país y en el exterior un movimiento de repudio a la acción entreguista de
Santana y su círculo de seguidores, desde antes que la misma se materializara.
Francisco
del Rosario Sánchez, que por sus vínculos con el baecismo en aquel momento en
desgracia, había sido exiliado por tercera vez en septiembre de 1859, expresó
de inmediato su rechazo a las gestiones anexionistas. Se encontraba en Saint
Thomas y desde que se enteró de los planes de Santana asume la tarea de
conformar y liderar un movimiento patriótico contra la enajenación de la
soberanía dominicana, proyecto que denominó “Revolución de la regeneración
dominicana”. Báez como era de esperar optó por quedarse al margen, sin embargo,
dejó a sus partidarios en libertad de actuar. Puede afirmarse que desde ese momento
en adelante se rompieron los vínculos de Sánchez con Báez, su vida política
retornaba a sus orígenes trinitarios y le devolvía la estatura de prócer que
personificaba la idea de libertad.
Frente a la
necesidad de recursos humanos y materiales, Sánchez buscó apoyo entre las facciones
políticas en el exilio adversas a los intereses del santanismo, y
consecuentemente, vinculadas al baecismo y propuso en Curazao la conformación
de una Junta Revolucionaria que fungiría como centro de acción para llevar a
cabo la revolución, junta a la que él mismo obedecería. Para enero de 1861 la
Junta ya estaba constituida y entre los conjurados Sánchez contaba con destacados
combatientes de la gesta independentista de 1844, entre ellos, el general José
María Cabral, José Cabrera, Juan Erazo, los hermanos Ogando y de otro ferviente
trinitario, Pedro Alejandrino Pina. Procedió entonces a viajar hacia Haití en
busca de ayuda, y allí llevó a cabo una maniobra de alto vuelo político.
En Haití
gobernaba desde inicios de 1859 el general Fabre Nicholas Geffrard quien,
inmediatamente ascendió al poder, viabilizó una tregua que puso fin a las
incursiones militares haitianas sobre el territorio dominicano por la
proclamación de su independencia en 1844. Acudió Sánchez a Geffrard en busca de
apoyo y frente al presidente y su Consejo de Ministros apeló al mayor de los
temores externados por los gobernantes haitianos desde su nacimiento como república:
en el lado este de la isla se instalaría una potencia esclavista, lo que ponía
en peligro su sistema político y su propia independencia.
Apremiado
luego de varias semanas de diálogos, promesas y negociaciones, Sánchez envió
una memorable carta a los ministros y al presidente haitiano reclamando una
postura definitiva del Gobierno de Haití en favor de la proyectada revolución dominicana
(ver Franco, 2009, pp. 257-259). El 18 de marzo de 1861 Santana hizo realidad
la anexión a España y Sánchez obtuvo un amplio apoyo del presidente Geffrard
para iniciar la lucha armada contra el ejército español.
El gobierno
de Haití dio a conocer al mundo una singular protesta contra la Anexión y
dirigió una proclama al pueblo y a su ejército convocándolos a tomar las armas
contra la presencia de España en la isla (ver estos documentos en Herrera,
2012, pp. 170-175). Ambas proclamas, más la ayuda prestada a la expedición de
Sánchez y compañeros, provocaría acciones punitivas contra Haití y su
presidente de parte de España; pese a ello, el respaldo haitiano se mantuvo
vigente y eventualmente fue un factor de primer orden para lograr la
restauración de la República Dominicana en 1865.
Con
antelación y previendo la reacción del gobierno de Santana ante la esperada eventualidad
de que Sánchez obtuviera el respaldo de Haití, la Junta Revolucionaria de
Curazao puso a circular en el país el “Llamamiento a la nación”
o “Manifiesto a los pueblos del sur” del 20 de enero de 1861, en el que el patricio
Francisco Sánchez explica su acción revolucionaria y llama a los dominicanos a
tomar las armas contra la decisión del presidente Pedro Santana de anexar la
República a España. En ese documento están contenidas las memorables frases del
prócer:
He pasado al territorio de la República
entrando por Haití,
porque no podía entrar por otra parte,
exigiéndolo así, además,
la buena combinación y porque estoy
persuadido que esta
República, con quien ayer cuando era imperio,
combatimos por
nuestra nacionalidad está hoy tan empeñada
como nosotros
porque la conservemos merced a la política de
un gabinete
republicano, sabio y justo.
Más, si la maledicencia buscase pretextos
para mancillar mi
conducta, responderéis a cualquier cargo,
diciendo en alta voz,
aunque sin jactancia, que Yo soy la
bandera dominicana.
(ver completo en Herrera, 2012, pp. 111-113).
En
una proclama del 21 de enero de 1861 Santana reaccionó como se había previsto,
lanzando improperios contra Sánchez y lo acusó de entrar en componendas para
que retornara la dominación haitiana al lar dominicano. Otro manifiesto del 30
de marzo, firmado de manera conjunta por Sánchez y José María Cabral, analizaba
por qué el régimen español resultaba incompatible con los intereses del pueblo
dominicano, en especial de sus sectores pobres, y hacía un anuncio profético de
lo que significaría la dominación española (ver Lugo Lovatón, 1948, p. 452).
El 1ero de junio de 1861, en horas de la tarde, encabezó Sánchez
junto al general Cabral una expedición de 500 hombres que penetró a territorio
dominicano procedente de Haití, dividida en tres cuerpos. El central iba
dirigido por Sánchez y penetró en la zona de Hondo Valle no encontrando
obstáculos, traspasó El Cercado y pudo avanzar hasta Vallejuelo. El segundo
cuerpo iba dirigido por José María Cabral y penetró por Comendador (hoy Elías
Piña), tomó Las Matas de Farfán sin encontrar gran obstáculo. El tercer cuerpo
estaba bajo el mando de Fernando Tabera y debía tomar Neiba, pero encontró
dificultades. La expedición contó con el apoyo de milicianos haitianos de
Mirebalais e Hincha, zonas próximas a la frontera.
En un hecho no del todo aclarado aún, se afirma que Cabral
recibió la información de que el gobierno haitiano había decidido retirar el
apoyo a los patriotas dominicanos, compelido por la amenaza militar que
presentaba España. Ante tal situación Cabral, acompañado de Valentín Ramírez
Báez, de Jacinto Peynado y otros, procedió a dar marcha atrás el 16 de junio ignorando
constatar a Francisco Sánchez y su grupo.
Pedro
Alejandrino Pina por decisión propia se movilizó y logró reunirse con Sánchez
en El Cercado poniéndolo al tanto de la situación en que se encontraban los
expedicionarios. Sánchez en consulta con sus camaradas resolvió abandonar El
Cercado y retirarse a la frontera.
Al no haber
tropas españolas en la zona, Sánchez y sus compañeros se replegaban confiados,
pero el 20 de junio fueron sorprendidos por una emboscada tendida por Santiago
de Óleo en la loma Juan de la Cruz, del paraje Juan Santiago cerca de Hondo Valle.
Documentos
confirman que Romualdo Montero y Pedro Gil que inicialmente estuvieron
brindando apoyo a Sánchez, decidieron traicionar al grupo con el fin de evadir
responsabilidades en la expedición y no ser perjudicados por el gobierno
español; avisaron lo que ocurría a Santiago y Fructuoso de Oleo, miembros de una
de las familias más influyente de la Sierra, quienes junto a otros lugareños decidieron
actuar contra los patriotas para resguardar al pueblo de posibles represalias
por parte del gobernador Pedro Santana.
Varios de
los patriotas, entre ellos Pedro Pina, tuvieron oportunidad de escapar, pero
Sánchez habría desechado la sugerencia de Timoteo Ogando de huir dejando atrás
a sus compañeros heridos, por lo que fue capturado y junto a otros veinte prisioneros,
trasladado a San Juan de la Maguana.
Luego de haber sido sometidos a un
amañado juicio sumario que dirigió el 3 de
julio de 1861 en la plaza pública de San Juan el general Domingo Lazala, quien encabezaba una junta militar
de hombres de confianza de Pedro Santana entre los que se encontraban los
generales Antonio Abad Alfau y Eusebio Puello, Sánchez y todos sus acompañantes
fueron condenados a muerte. En el lugar donde hoy se encuentra el cementerio municipal
de San Juan de la Maguana, se ejecutó al día siguiente la proditoria sentencia.
Junto a Francisco
Sánchez fueron fusilados el 4 de julio de 1861 los patriotas Juan Erazo, Gabino Simonó, Manuel Baldemora, Benigno del Castillo, Francisco Martínez,
José Ant. Figueroa, Juan Dragón, Juan Gregorio Rincón, León García, Segundo
Alcántara, José Corporán, Pedro Zorrilla, José de Jesús Paredes, Rudecindo de
León, Epifanio Jiménez, Domingo Piñeyro, Félix Mota, Julián Morris, Luciano Solís y Juan de
la Cruz. También fue ejecutado el delator Romualdo
Montero.
En una proclama emitida en Curazao por José María Cabral el
6 de julio de 1861, en la que se autodenomina el caudillo de la acción
revolucionaria del 1ro de junio, este anuncia y explica su decisión de arriar
la bandera de combate contra la Anexión y “plegarme a los acontecimientos
respetando el hecho consumado aceptado por una nación poderosa y sancionado
tácitamente por las demás naciones civilizadas” (Rodríguez Demorizi, 1947, pp.396-397)
Distintos historiadores destacan que Francisco del
Rosario Sánchez fue un político de coyunturas que siempre actuó conforme a los
dictados de su conciencia, pero nunca abandonó los puntos cardinales del
ideario nacional y democrático, manteniendo un porte de grandeza que le otorga
la condición de patriota integral. Es reconocido, junto a Juan Pablo Duarte y
Matías Ramón Mella, como uno de los Padres Fundadores de la República
Dominicana.
Con la entrega de su vida en la masacre del santanismo en
San Juan, ascendió al grado de prócer y símbolo de la dominicanidad y entró en los
anales de nuestra historia republicana con la condición imborrable de patriota
integral.
Referencias
Balcácer,
Juan Daniel (2000). Francisco del Rosario
Sánchez, Prócer de la patria.
Santo
Domingo: Editora El Siglo.
Cassá,
Roberto (2014). Personajes Dominicanos, Tomo
I. Archivo General de la Nación Vol. CCVIII - Comisión Permanente de
Efemérides Patrias, Santo Domingo, R. D.: Editora Alfa & Omega.
Francisco
del Rosario Sánchez. Portal Mi País - La República Dominicana.
Descargado
de: http://www.jmarcano.com/mipais/biografia/sanchez.html
Franco Pichardo, Franklin (2009). Historia
del Pueblo Dominicano. Santo Domingo: Editora Mediabyte, S. A.
Herrera,
César A. (2012). Anexión-Restauración
Parte 1. Archivo General de la Nación Vol. CLXXXIV - Academia Dominicana de
la Historia Vol. CI. Santo Domingo, R. D.: Editora Búho, S. R. L.
Lugo Lovatón,
Ramón (1948) Sánchez, Tomo 2, Ciudad
Trujillo, R.D.: Ed. Montalvo.
Moreta C.,
Américo; Vega B., Wenceslao (2004). Historia
del Poder Judicial Dominicano, República Dominicana: Editora Corripio.
Rodríguez
Demorizi, Emilio (1976). Acerca de
Francisco del Rosario Sánchez,
Academia
Dominicana de la Historia, Vol. XLIII, Santo Domingo: Editora Taller.
Rodriguez
Demorizi, Emilio (1947). Documentos para
la historia de la República Dominicana, Vol. II, Archivo General de la
Nación, Vol. V, Santiago, R.D: Editorial El Diario.
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