miércoles, 9 de marzo de 2016

Francisco del Rosario Sánchez, prócer y símbolo de la dominicanidad



Francisco del Rosario Sánchez es un personaje histórico de gran trascendencia en la formación nacional dominicana.

Nacido en la ciudad intramuros de Santo Domingo el 9 de marzo de 1817 era de origen humilde y rasgos marcadamente mulatos; sus padres Narciso Sánchez y Olaya del Rosario poseían ascendientes esclavos no muy lejanos, pero Narciso durante muchos años trabajó como administrador de hatos en el este, y juntos alcanzaron cierto nivel de ascenso social. Aunque Francisco nació fuera de matrimonio, su apellido definitivo fue el del padre, y empleaba un sustantivo similar al apellido de la madre como un segundo nombre.

El esfuerzo propio, la ubicación urbana y el trato familiar con sectores propietarios al parecer contribuyeron a que Francisco del Rosario pudiera acceder a un nivel educativo fuera de serie para sus orígenes. Realizó estudios particulares de inglés, filosofía y latín con Mr. Groot, el sacerdote Gaspar Hernández y Nicolás Lugo, respectivamente, ya que para la época en el país no existían centros de educación superior. Como era tradición, aprendió a tocar instrumentos musicales.

Formó parte del grupo de jóvenes dominicanos de vocación liberal que desde 1838 concibió el proyecto de una república democrática, libre e independiente y bajo el liderazgo de Juan Pablo Duarte puso en marcha las labores para alcanzarla con la fundación de la sociedad patriótica La Trinitaria. Sánchez se convirtió en uno de los más destacados adeptos de la organización revolucionaria.

Cuando la persecución haitiana obligó a Duarte a abandonar el país en 1843, Sánchez quedó al frente de los trabajos conspirativos del movimiento trinitario y ejecutó la célebre acción de fingir y hacer correr el rumor de que había fallecido para poder actuar con menos dificultades.

Fue figura clave en los acuerdos y preparativos finales de la proclamación de la República Dominicana el 27 de febrero de 1844, incluyendo la redacción del Manifiesto de Separación del 16 de Enero junto a Tomás Bobadilla; enarboló por primera vez la bandera nacional en el Baluarte del Conde y también fue un miembro destacado de la Junta Central Gubernativa que quedó al frente de la naciente república.

Pocos meses después de proclamada la independencia, cuando sectores conservadores representados por Pedro Santana se alzaron con el poder del gobierno provisional colegiado, fue abusivamente declarado traidor a la patria y desterrado del país junto a varios de sus compañeros de lucha.

Regresa al país el 8 de noviembre de 1848 y se integra activamente a la vida partidista del país llegando a ocupar importantes puestos en la estructura político-militar durante los gobiernos de Manuel Jiménez, Pedro Santana, Manuel de Regla Mota y Buenaventura Báez.

Fue designado por el presidente Jiménez Comandante de Armas de Santo Domingo. Versiones afirman que en esas funciones tuvo participación en la Batalla de Las Carreras del 21 de abril de 1849. Posteriormente incursionó en el campo del derecho pragmático desempeñándose por más de un año como Fiscal ante el Tribunal de Apelación y a partir de 1851 como Defensor público participando en numerosos casos. El 23 de junio de 1849 Francisco Sánchez en su calidad de general fue nombrado por Pedro Santana Fiscal del Tribunal en un juicio militar contra el general Antonio Duvergé y otros oficiales, proceso que se extendió varios meses y los inculpados fueron absueltos.

Desterrado nuevamente por Santana en abril de 1855, regresó al país en agosto de 1856 y ostentando el cargo de Comandante de Armas de Santo Domingo tuvo una activa participación del lado del sector gubernamental en la primera guerra civil que enfrentó un gobierno dominicano, la llamada Revolución de julio de 1857 o Revolución del Cibao que encabezó José Desiderio Valverde contra el 2do gobierno de Báez, y donde los bandos o partidos políticos comenzaron el uso de los colores rojo y azul como distintivos; finalmente el 12 de junio de 1858 Báez fue desplazado del poder después de aproximadamente un año de sitio a la ciudad capital, operativo que fue dirigido por Pedro Santana actuando en alianza con los revolucionarios cibaeños.

Cuando en julio de 1858 Santana desconoció el gobierno de Valverde quedándose con el poder, contó con el respaldo público de Francisco del R. Sánchez.

Desde que en 1860 se dio a conocer que la monarca española había accedido a entablar una negociación con el gobierno de Pedro Santana para la firma de un acuerdo de protectorado o anexión de la República Dominicana a España, creció con rapidez el descontento y el deterioro social que subyacía entre la población. Se puso en marcha en el país y en el exterior un movimiento de repudio a la acción entreguista de Santana y su círculo de seguidores, desde antes que la misma se materializara.

Francisco del Rosario Sánchez, que por sus vínculos con el baecismo en aquel momento en desgracia, había sido exiliado por tercera vez en septiembre de 1859, expresó de inmediato su rechazo a las gestiones anexionistas. Se encontraba en Saint Thomas y desde que se enteró de los planes de Santana asume la tarea de conformar y liderar un movimiento patriótico contra la enajenación de la soberanía dominicana, proyecto que denominó “Revolución de la regeneración dominicana”. Báez como era de esperar optó por quedarse al margen, sin embargo, dejó a sus partidarios en libertad de actuar. Puede afirmarse que desde ese momento en adelante se rompieron los vínculos de Sánchez con Báez, su vida política retornaba a sus orígenes trinitarios y le devolvía la estatura de prócer que personificaba la idea de libertad.

Frente a la necesidad de recursos humanos y materiales, Sánchez buscó apoyo entre las facciones políticas en el exilio adversas a los intereses del santanismo, y consecuentemente, vinculadas al baecismo y propuso en Curazao la conformación de una Junta Revolucionaria que fungiría como centro de acción para llevar a cabo la revolución, junta a la que él mismo obedecería. Para enero de 1861 la Junta ya estaba constituida y entre los conjurados Sánchez contaba con destacados combatientes de la gesta independentista de 1844, entre ellos, el general José María Cabral, José Cabrera, Juan Erazo, los hermanos Ogando y de otro ferviente trinitario, Pedro Alejandrino Pina. Procedió entonces a viajar hacia Haití en busca de ayuda, y allí llevó a cabo una maniobra de alto vuelo político.

En Haití gobernaba desde inicios de 1859 el general Fabre Nicholas Geffrard quien, inmediatamente ascendió al poder, viabilizó una tregua que puso fin a las incursiones militares haitianas sobre el territorio dominicano por la proclamación de su independencia en 1844. Acudió Sánchez a Geffrard en busca de apoyo y frente al presidente y su Consejo de Ministros apeló al mayor de los temores externados por los gobernantes haitianos desde su nacimiento como república: en el lado este de la isla se instalaría una potencia esclavista, lo que ponía en peligro su sistema político y su propia independencia.

Apremiado luego de varias semanas de diálogos, promesas y negociaciones, Sánchez envió una memorable carta a los ministros y al presidente haitiano reclamando una postura definitiva del Gobierno de Haití en favor de la proyectada revolución dominicana (ver Franco, 2009, pp. 257-259). El 18 de marzo de 1861 Santana hizo realidad la anexión a España y Sánchez obtuvo un amplio apoyo del presidente Geffrard para iniciar la lucha armada contra el ejército español.

El gobierno de Haití dio a conocer al mundo una singular protesta contra la Anexión y dirigió una proclama al pueblo y a su ejército convocándolos a tomar las armas contra la presencia de España en la isla (ver estos documentos en Herrera, 2012, pp. 170-175). Ambas proclamas, más la ayuda prestada a la expedición de Sánchez y compañeros, provocaría acciones punitivas contra Haití y su presidente de parte de España; pese a ello, el respaldo haitiano se mantuvo vigente y eventualmente fue un factor de primer orden para lograr la restauración de la República Dominicana en 1865.

Con antelación y previendo la reacción del gobierno de Santana ante la esperada eventualidad de que Sánchez obtuviera el respaldo de Haití, la Junta Revolucionaria de Curazao puso a circular en el país el Llamamiento a la nación” o “Manifiesto a los pueblos del sur” del 20 de enero de 1861, en el que el patricio Francisco Sánchez explica su acción revolucionaria y llama a los dominicanos a tomar las armas contra la decisión del presidente Pedro Santana de anexar la República a España. En ese documento están contenidas las memorables frases del prócer:

He pasado al territorio de la República entrando por Haití,
porque no podía entrar por otra parte, exigiéndolo así, además,
la buena combinación y porque estoy persuadido que esta
República, con quien ayer cuando era imperio, combatimos por
nuestra nacionalidad está hoy tan empeñada como nosotros
porque la conservemos merced a la política de un gabinete
republicano, sabio y justo.

Más, si la maledicencia buscase pretextos para mancillar mi
conducta, responderéis a cualquier cargo, diciendo en alta voz,
aunque sin jactancia, que Yo soy la bandera dominicana.
(ver completo en Herrera, 2012, pp. 111-113).

En una proclama del 21 de enero de 1861 Santana reaccionó como se había previsto, lanzando improperios contra Sánchez y lo acusó de entrar en componendas para que retornara la dominación haitiana al lar dominicano. Otro manifiesto del 30 de marzo, firmado de manera conjunta por Sánchez y José María Cabral, analizaba por qué el régimen español resultaba incompatible con los intereses del pueblo dominicano, en especial de sus sectores pobres, y hacía un anuncio profético de lo que significaría la dominación española (ver Lugo Lovatón, 1948, p. 452).

El 1ero de junio de 1861, en horas de la tarde, encabezó Sánchez junto al general Cabral una expedición de 500 hombres que penetró a territorio dominicano procedente de Haití, dividida en tres cuerpos. El central iba dirigido por Sánchez y penetró en la zona de Hondo Valle no encontrando obstáculos, traspasó El Cercado y pudo avanzar hasta Vallejuelo. El segundo cuerpo iba dirigido por José María Cabral y penetró por Comendador (hoy Elías Piña), tomó Las Matas de Farfán sin encontrar gran obstáculo. El tercer cuerpo estaba bajo el mando de Fernando Tabera y debía tomar Neiba, pero encontró dificultades. La expedición contó con el apoyo de milicianos haitianos de Mirebalais e Hincha, zonas próximas a la frontera.

En un hecho no del todo aclarado aún, se afirma que Cabral recibió la información de que el gobierno haitiano había decidido retirar el apoyo a los patriotas dominicanos, compelido por la amenaza militar que presentaba España. Ante tal situación Cabral, acompañado de Valentín Ramírez Báez, de Jacinto Peynado y otros, procedió a dar marcha atrás el 16 de junio ignorando constatar a Francisco Sánchez y su grupo.

Pedro Alejandrino Pina por decisión propia se movilizó y logró reunirse con Sánchez en El Cercado poniéndolo al tanto de la situación en que se encontraban los expedicionarios. Sánchez en consulta con sus camaradas resolvió abandonar El Cercado y retirarse a la frontera.

Al no haber tropas españolas en la zona, Sánchez y sus compañeros se replegaban confiados, pero el 20 de junio fueron sorprendidos por una emboscada tendida por Santiago de Óleo en la loma Juan de la Cruz, del paraje Juan Santiago cerca de Hondo Valle.

Documentos confirman que Romualdo Montero y Pedro Gil que inicialmente estuvieron brindando apoyo a Sánchez, decidieron traicionar al grupo con el fin de evadir responsabilidades en la expedición y no ser perjudicados por el gobierno español; avisaron lo que ocurría a Santiago y Fructuoso de Oleo, miembros de una de las familias más influyente de la Sierra, quienes junto a otros lugareños decidieron actuar contra los patriotas para resguardar al pueblo de posibles represalias por parte del gobernador Pedro Santana.

Varios de los patriotas, entre ellos Pedro Pina, tuvieron oportunidad de escapar, pero Sánchez habría desechado la sugerencia de Timoteo Ogando de huir dejando atrás a sus compañeros heridos, por lo que fue capturado y junto a otros veinte prisioneros, trasladado a San Juan de la Maguana.

Luego de haber sido sometidos a un amañado juicio sumario que dirigió el 3 de julio de 1861 en la plaza pública de San Juan el general Domingo Lazala, quien encabezaba una junta militar de hombres de confianza de Pedro Santana entre los que se encontraban los generales Antonio Abad Alfau y Eusebio Puello, Sánchez y todos sus acompañantes fueron condenados a muerte. En el lugar donde hoy se encuentra el cementerio municipal de San Juan de la Maguana, se ejecutó al día siguiente la proditoria sentencia.

Junto a Francisco Sánchez fueron fusilados el 4 de julio de 1861 los patriotas Juan Erazo, Gabino Simonó, Manuel Baldemora, Benigno del Castillo, Francisco Martínez, José Ant. Figueroa, Juan Dragón, Juan Gregorio Rincón, León García, Segundo Alcántara, José Corporán, Pedro Zorrilla, José de Jesús Paredes, Rudecindo de León, Epifanio Jiménez, Domingo Piñeyro, Félix Mota, Julián Morris, Luciano Solís y Juan de la Cruz. También fue ejecutado el delator Romualdo Montero.

En una proclama emitida en Curazao por José María Cabral el 6 de julio de 1861, en la que se autodenomina el caudillo de la acción revolucionaria del 1ro de junio, este anuncia y explica su decisión de arriar la bandera de combate contra la Anexión y “plegarme a los acontecimientos respetando el hecho consumado aceptado por una nación poderosa y sancionado tácitamente por las demás naciones civilizadas” (Rodríguez Demorizi, 1947, pp.396-397)

Distintos historiadores destacan que Francisco del Rosario Sánchez fue un político de coyunturas que siempre actuó conforme a los dictados de su conciencia, pero nunca abandonó los puntos cardinales del ideario nacional y democrático, manteniendo un porte de grandeza que le otorga la condición de patriota integral. Es reconocido, junto a Juan Pablo Duarte y Matías Ramón Mella, como uno de los Padres Fundadores de la República Dominicana.

Con la entrega de su vida en la masacre del santanismo en San Juan, ascendió al grado de prócer y símbolo de la dominicanidad y entró en los anales de nuestra historia republicana con la condición imborrable de patriota integral.

Referencias

Balcácer, Juan Daniel (2000). Francisco del Rosario Sánchez, Prócer de la patria.
Santo Domingo: Editora El Siglo.

Cassá, Roberto (2014). Personajes Dominicanos, Tomo I. Archivo General de la Nación Vol. CCVIII - Comisión Permanente de Efemérides Patrias, Santo Domingo, R. D.: Editora Alfa & Omega.

Francisco del Rosario Sánchez. Portal Mi País - La República Dominicana.
Descargado de: http://www.jmarcano.com/mipais/biografia/sanchez.html

Franco Pichardo, Franklin (2009). Historia del Pueblo Dominicano. Santo Domingo: Editora Mediabyte, S. A.

Herrera, César A. (2012). Anexión-Restauración Parte 1. Archivo General de la Nación Vol. CLXXXIV - Academia Dominicana de la Historia Vol. CI. Santo Domingo, R. D.: Editora Búho, S. R. L.

Lugo Lovatón, Ramón (1948) Sánchez, Tomo 2, Ciudad Trujillo, R.D.: Ed. Montalvo.

Moreta C., Américo; Vega B., Wenceslao (2004). Historia del Poder Judicial Dominicano, República Dominicana: Editora Corripio.

Rodríguez Demorizi, Emilio (1976). Acerca de Francisco del Rosario Sánchez,
Academia Dominicana de la Historia, Vol. XLIII, Santo Domingo: Editora Taller.

Rodriguez Demorizi, Emilio (1947). Documentos para la historia de la República Dominicana, Vol. II, Archivo General de la Nación, Vol. V, Santiago, R.D: Editorial El Diario.


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